
Un añito… ¡y mucho ritmo!
Ella cumplía su primer añito, así que teníamos todo listo: un pastel bonito, luces suaves, muñecos y mucha ilusión.
La idea era sencilla: dejar que se embadurnara de crema, que probara el dulce y que disfrutara como solo se disfruta a esa edad.
Pero ella tenía otros planes.
El pastel, bien, gracias.
Ella vino a bailar.
¡Y cómo bailaba! Con esas piernecitas inquietas, esos bracitos al aire y una sonrisa que no se borró en toda la sesión.
Porque así es ella: pura alegría, movimiento constante y energía que contagia.
Y aunque el pastel quedó casi intacto… el corazón se nos derritió igual.

